Se hace muy difícil, mucho, poder sentarnos delante del escritorio para en estos momentos sacar fuerzas y poder escribir… pero María, “nuestra María” sigue dándonos fuerzas, nunca se cansará de hacerlo, desde donde ya está descansando en paz.
En la vida de una Asociación, en la vida de todos los que formamos parte de ella, tenemos experiencias que nos marcan para nuestro día a día, que nos marcan para el resto de nuestra vida. Y este es el caso de María Atroche Pineda.
Desde que se presentó a formar parte de esta bendita locura, llenó de Rocío nuestro día a día, se trajo consigo a toda su gran familia de la Hermandad, su marido, “Martínez”, Emilio, Cristina, María José, Ángel… y juntos, desde aquel momento nos ha derramado su fuerza, su alegría, su cariño y su amistad. Gracias por dejarnos compartir este año, tu cumpleaños, ¡cómo lo disfrutamos!
A lo largo de casi cinco años, han sido muchísimas las experiencias que hemos vivido, tanto a nivel de la Asociación, como a nivel de su Hermandad, de su Virgen del Rocío, de nuestra vida particular… ¡tantas! que va a ser imposible dejar de pensar en ella, va a ser imposible ocupar su espacio…
Comenzamos nuestra relación, gracias a su pertenencia a la Hermandad de la Virgen del Rocío, de la que ocupaba la delegación de caridad, y desde allí tuvo la oportunidad de conocernos, hasta tal extremo que se convirtió en una más de nosotros.
Pronto empezó a compartir su tiempo además ayudando en la cocina y condimentando todos los platos que se preparaban con su alegría y cariño.
También fue una de las responsables de que algunos de los miembros de la Asociación comenzáramos a sentir la necesidad de volver a mirar hacia el Rocío, y hasta esto le tenemos que agradecer. ¡Cuántas experiencias hemos vivido junto a la Divina Pastora! ¡Cómo nos encomendamos a ella! Y ¡Cuánto nos va a seguir animando la Madre de Dios del Rocío y su Pastorcito Divino!
El Covid abrió una brecha que ella con su fuerza sabía y quería disipar, y seguimos contando con su esfuerzo, desde entonces con permiso de esas secuelas que a la postre no la han abandonado.
El año pasado comenzó otro duro camino, una gran penitencia que ha terminado llevándosela, no podemos olvidarnos de que el mismo día en que nos reunimos los voluntarios, y donde homenajeábamos a ella y a su marido, no pudo asistir por iniciar su particular lucha con una enfermedad a la que le ha costado doblegar, porque María se ha enfrentado muy duro a ella y con total fuerza y ánimo.
Durante este periodo ha tenido la valentía, la fuerza y el coraje de que pese a tratamientos de quimio y secuelas que pudieran provocarle, cuando recibía nuestra llamada, sacaba su fuerza a relucir y nos acompañaba, y no se ha perdido ninguna. Convocábamos por nuestro grupo de WhatsApp, y ella, siempre, contestaba diciendo que allí estaría: el evento de los jóvenes de la Diócesis de Málaga, fiesta fin de curso en el Infante don Fernando, la fiesta de los 40 en la Plaza de toros… la verdad que ya en la feria de agosto la echamos de menos en la caseta, que siendo de noche y a priori más cómoda, nos preocupó que si tras cuatro años colaborando en la de día no viniera, algo nos empezaba a extrañar… sin embargo en noviembre sí llegamos a contar con ella en la organización de “una matanza” a la que tenía muchas ganas de asistir porque le “iba a traer recuerdos de su niñez”, pero tuvimos que anularla… Cuando volvimos a intentar reunirnos todos los voluntarios, el pasado 20 de diciembre, nos confesó que no podía asistir…
Pero nos vamos a quedar con ella para siempre, no vamos a poder olvidarla, ya lo hemos dicho, sus confidencias, sus ánimos, su empuje, su sonrisa, su mirada siempre alegre, no nos van a dejar, siempre van a estar apoyando la labor que nuestra modesta Asociación realiza, y de forma particular, en nuestros corazones, seguirá viva esa llama que encendimos, cual promesa rociera y que nos dará su calor y su luz.
María, te queremos. Vela por nosotros ahora desde ese privilegiado lugar que ocupas ya en el Cielo, conviértete en nuestra paloma, en nuestro ángel.
Gracias por tu fuerza, por tu cariño y por tu amistad, ¡nunca te vamos a olvidar! Descansa en paz.