En un contexto marcado por la recuperación económica, el VIII Informe FOESSA, elaborado por Cáritas, nos lanza un mensaje contundente: España enfrenta una dualidad preocupante entre progreso económico y fractura social. Este informe, que analiza la evolución de la exclusión social y el desarrollo en la última década, evidencia que los avances en empleo no han logrado paliar las desigualdades estructurales que afectan a amplios sectores de la población.
Actualización 2024: 9,4 millones de personas en exclusión social
Un avance del IX Informe FOESSA revela que en 2024 un total de 9,4 millones de personas, el 19% de la población española, viven en situaciones de exclusión social. Este dato representa dos millones más de personas que antes de la Gran Recesión de 2007 y un aumento de tres puntos porcentuales en comparación con ese periodo. No obstante, esta cifra ha disminuido respecto al pico generado durante la pandemia de la Covid-19. Este panorama subraya las dificultades para revertir los efectos de las crisis económicas en los sectores más vulnerables.
Recuperación precaria y desigual
Desde la Gran Recesión, España ha registrado un crecimiento económico significativo. Sin embargo, esta mejora no ha sido uniforme. Aunque el espacio de la exclusión social se ha reducido respecto a los peores años de la crisis, sigue siendo mayor que en 2007. Los más vulnerables son quienes lograron reinsertarse en el mercado laboral, pero se mantienen en empleos precarios, sin una red de seguridad ante posibles nuevas crisis. Estos "trabajadores en el filo de la navaja" pueden deslizarse nuevamente hacia la exclusión si no se fortalecen los mecanismos de protección social.
La desvinculación social: una fractura creciente
El informe identifica una transición hacia lo que denomina "Sociedad Desvinculada". Este modelo se caracteriza por un debilitamiento de los derechos sociales, el auge del individualismo y la creencia en la meritocracia como único criterio de acceso a los beneficios del Estado. Este enfoque olvida las desigualdades de origen, como la falta de acceso a una educación de calidad o los déficits en servicios básicos. Además, la polarización económica ha derivado en una segmentación cultural e identitaria que agrava la exclusión.
Un desafío multidimensional
La exclusión social no es solo económica. Factores como el acceso a la vivienda, la calidad del empleo, la salud, la educación y las redes sociales juegan un papel crucial. El informe destaca que la exclusión es multidimensional: no basta con medir ingresos para entender la integración o exclusión de una persona. Este enfoque subraya la necesidad de políticas que aborden de manera integral estas carencias.
El papel de las políticas públicas
FOESSA critica la falta de políticas públicas eficaces para reducir la exclusión. Aunque el mercado laboral y las familias han actuado como amortiguadores durante la crisis, el Estado ha dejado gran parte de la responsabilidad en manos de estos actores. Las políticas sociales han sido insuficientes para mitigar los efectos de la desigualdad y garantizar una verdadera integración.
¿Qué podemos hacer?
El informe no se limita a diagnosticar los problemas; también lanza un llamamiento a la acción. Plantea la necesidad de fortalecer el Estado de bienestar, invertir en políticas de vivienda, mejorar el acceso a la educación y garantizar un empleo digno. Además, insiste en la importancia de reconstruir los vínculos sociales y promover una sociedad basada en la equidad y la solidaridad.
Conclusión El VIII Informe FOESSA y su actualización de 2024 son recordatorios poderosos de que la recuperación económica no es suficiente si no va acompañada de justicia social. En un país donde el crecimiento se ha construido sobre bases precarias, el desafío radica en garantizar que el progreso sea inclusivo y equitativo. La exclusión no es solo una cuestión económica; es una fractura que amenaza la esencia misma de nuestra convivencia.
La lucha diaria contra la exclusión: el ejemplo de Casas de Asís
En esta batalla, organizaciones como la Asociación Casas de Asís en Antequera se enfrentan a obstáculos que reflejan las barreras estructurales que FOESSA describe. Con un compromiso diario de atender a los más necesitados, la asociación vive momentos críticos. Hoy mismo, ha atendido a una familia con necesidades urgentes de alimentación que, para su desconcierto, ha recibido cita en nuestros servicios públicos, ¡para finales de febrero¡, demasiado tarde para cubrir sus necesidades inmediatas, obviamente, la Asociación ha empezado a atenderla hoy.
A esta situación se suma la falta de diálogo institucional. Desde hace un mes, Casas de Asís intenta obtener cita de forma particular también, pero tampoco... Mientras tanto, hoy las resoluciones provisionales de las subvenciones del IRPF de la Junta de Andalucía han supuesto un duro golpe, dejando a la organización con solo uno de los tres proyectos que tenía activos este año.
Por si fuera poco, la burocracia pone en jaque la recepción de alimentos en sus instalaciones, lo que pone en riesgo tanto la elaboración de comidas como su reparto a las personas que dependen de este apoyo. Además, conseguir donaciones económicas resulta cada vez más complicado, sumiendo a la organización en una lucha diaria para mantener sus servicios esenciales.
A pesar de estas adversidades, Casas de Asís no pierde su esencia: dar ánimo a los necesitados, al voluntariado y a sus trabajadores. En palabras de su equipo, "Hoy, más que nunca, cada pequeño paso cuenta. Juntos, somos la esperanza que no se rinde." frases que sintetizan el espíritu de resistencia y esperanza que anima su labor.